A partir de un recorrido que unió el centro de San Cristóbal de La Laguna con San Diego, Las Peñuelas, Las Rosetas, El Portezuelo y Guamasa, se desarrolló una errática cuya importancia residió en la entender el territorio como un conjunto de interacciones históricas en constante transformación y movimiento.
Sergio Acosta reflexionó en esta errática desde una aproximación simbólica sobre las ideas de trashumancia, movilidad y territorio.
En sus propias palabras: «Nuestro entorno actual, en pleno siglo XXI, se configura como el resultado de un proceso de continuos cambios según los usos y costumbres de cada tiempo. Desde la antigüedad hasta hoy, nuestro paisaje se ha configurado subordinado a las transformaciones históricas propias de cada época. Paisajes en tránsito en continua transformación en los que vivimos inmersos sin percatarnos de su evolución. Periferias metropolitanas, entornos coloquiales y cotidianos en los que podemos practicar una suerte de arqueología del paisaje con la que podemos entender el pasado, replantear el presente y soñar el futuro».
Sergio Acosta (1970). Consciente del valor del arte y la fotografía como instrumento introspectivo, de autoconocimiento y de compresión del mundo que nos rodea, utiliza estas herramientas como contrapunto a su labor de ingeniero.
Su proyecto artístico aborda en numerosas ocasiones su percepción de la sociedad ante la naturaleza y como se relaciona con ella, los paisajes antropizados, y como la huella humana modela el territorio. En otras ocasiones sus series toman el sentido inverso, desvelando como el medio marca y condiciona lo humano y lo social. En toda su obra las ausencias, los vacíos y la incertidumbre actúan como eje vertebrador de la eterna y delicada relación entre el hombre y su entorno.
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