Crónicas [post]necrológicas es el resultado del trabajo de investigación y gestión de Naomi Fleitas dentro del marco de Erráticas Expandidas. Este proyecto plantea otra concepción de los espacios, en este caso los cementerios, a través del hecho de caminar.
La actividad comienza con la entrega de una publicación y un recorrido por el interior del recinto, para posteriormente hacer una pequeña caminata por el polígono industrial El Mayorazgo y terminar tomando algo, por supuesto.
Este proyecto es el resultado de las prácticas externas del Máster en Teoría e Historia del Arte y Gestión Cultural de la Universidad de La Laguna de Naomi Fleitas desarrolladas en Solar. Acción Cultural
Este trabajo se enmarca dentro Erráticas expandidas de Solar. Acción Cultural Sociedad – Lugar – Arte, un proyecto de investigación sobre el hecho de caminar. Andar como práctica de creación, expandida y estirada hacia límites fluidos, donde se unen desde la falta de expectativas hasta el registro y el archivo de la acción. Una forma de abordar el espacio de la experiencia y de ejercer la libertad en el recorrido. Errar sin esperar nada y, luego, reflexionar.
No es muy común que la gente frecuente los cementerios, ni mucho menos adentrarse en él si no se cumple el objetivo común: depositar flores a nuestros antepasados. Henri Lefebvre en La producción del espacio (2013) explica: “los lugares sagrados y malditos, lugares asociados a la presencia y ausencia de los dioses, a su muerte y a las potencias ocultas o exorcizadas, son lugares reservados. De suerte que en el espacio absoluto lo absoluto no tiene lugar (estaríamos ante un no-lugar); lo que evoca una extraña composición del espacio religioso-político, conjunto de lugares apartados y vedados y, por tanto, misteriosos.”
Dejando al margen la ubicación periférica de estos lugares, construidos históricamente en estas zonas por cuestiones de salud e higiene, lo que más aleja a las personas de estos emplazamientos es la concepción cultural del miedo a la muerte. “Lo malo para algunos y bueno para otros, es que los cementerios nos recuerdan a la Muerte y al hecho de que todos moriremos… lo malo para algunos es que no quieren recordarlo, que quieren vivir la vida sin conocer o asumir su evento más importante: El día de su culminación.”[1]
No obstante, si observamos detenidamente lo que sucede en el cementerio y apartamos este telón de temores y prejuicios, descubrimos que es un lugar de reencuentros con nuestros familiares, donde el cariño por nuestros antepasados nunca muere. El método ideal es el andar, pero también detenerse y observar todos esos detalles intrascendentes que convierten este lugar en una antología de historias, relaciones y anécdotas. Francesco Careri en Pasear, detenerse (2016) expone: “El andar se ha convertido en el instrumento estético y científico con que poder reconstruir el mapa del devenir de las transformaciones en curso, una acción cognitiva capaz de acoger incluso todas aquellas amnesias urbanas que borramos inconscientemente de nuestros mapas mentales, porque no las reconocemos como ciudad.”
Conocer esa otra capa del cementerio solo se puede conseguir tomando otra actitud frente a este lugar, que no es más que el almacén de nuestros recuerdos y el punto de encuentro con nuestros antepasados.
[1]Escrito por Oscar Carlos Cortelezzi (blog online) https://www.reflexionespaganas.com/2012/08/24/los-cementerios/ (Recuperado el 5 de mayo de 2018)